Es casi obligado -y necesario- recordar a aquellas mujeres pioneras que se atrevieron a romper barreras para que otras pudieran cruzarlas. También en el mundo de la moto tenemos heroínas y este es nuestro homenaje a todas ellas. A las que están y a las que no están.
Aunque ahora parezca ridículo, el acceso a las motocicletas estuvo socialmente vetado a las mujeres hasta prácticamente los años 40. Y no lo prohibía ninguna machista ley “ad-hoc” sino una mucho peor y más intransigente: la de supuesta moralidad y decoro.
Los argumentos eran tan risibles como ofensivos para cualquier persona que los lea hoy. Para empezar una moto debía conducirse con las piernas abiertas lo cual era, a todas luces, procaz e indigno de una mujer decente. La única manera correcta que tenía una mujer de montar en moto era “a la señorita”, es decir en el asiento trasero y con las dos piernas a un lado... con más razón todavía si se llevaba falda o vestido.
n moto, además, se viajaba sin la debida y necesaria protección del varón y había incluso serias dudas sobre la capacidad del cerebro de la mujer para controlar las reacciones a alta velocidad.
Y por si eso no bastaba se recordaba una y otra vez a las descocadas féminas que aún y así insistieran en intentarlo que la moto castigaba el útero y provocaba esterilidad.
La batalla por el derecho a ir en moto
Desgraciadamente la mayoría de nombres de mujeres motociclistas pioneras son anglosajones y la razón es que la Primera Guerra Mundial y la marcha masiva de varones al frente bélico hizo que las mujeres tuvieran que asumir en retaguardia muchos roles masculinos y se colocaran en un plano de mayor igualdad. Con la Segunda Guerra Mundial, de hecho, ocurriría lo mismo y de modo aún más notable. España no participó en la contienda y quizás por eso llegó tarde también a este primer movimiento reivindicativo, sobre todo porque el franquismo cortó de raíz, a partir de los años 40 cualquier atisbo de apertura en este sentido y la mujer española no comenzaría a recuperar el tiempo perdido hasta finales de los 70.
En cualquier caso, afortunadamente las “descocadas” cada vez fueron más; en los USA apareció ya en los años 30 Amelia Eartheart -que por cierto fue también una gran aficionada a las motos- para atravesar el Atlántico y a muchos se les cayeron los palos del sombrajo al descubrir que las mujeres podían pilotar aviones... y automóviles y... ¡horror! también motos...
Sally Halterman: una década peleando por un carnet
A esta natural del estado de Washington corresponde el honor de haber sido la primera mujer en la historia a la que se le concedió una licencia oficial de conducir motocicletas. Fue el 15 de septiembre de 1937 y conseguir el carnet le costó casi diez años ya que lo había intentado por primera vez en 1928. No es que Halterman no fuera hábil -de hecho estuvo rodando todos esos años sin carnet y dominaba perfectamente la técnica- sino que simplemente la suspendían descaradamente con los pretextos más absurdos; por bajita, por poco corpulenta o simplemente por que el examinador se negaba a subir a la moto con ella ya que entonces el profesor acompañaba al alumno en un sidecar.
Ella misma contó que el última día se presentó en la oficina de tráfico con un abogado y el examinador volvió a negarse a subir en el sidecar. Aún así Halterman hizo el examen práctico perfecto, como le reconoció el propio funcionario, que añadió “pero no puedo concederle el permiso porque no le he visto arrancar la moto a patada”. La amenaza de una demanda millonaria por parte del abogado surtió efecto y Sally recibió su carnet entrando en la historia de las dos ruedas.
Dorothy Robinson: abrió las puertas de la competición
En los USA reconocen a “Dot” Robinson como la primera gran mujer motorista del país, no en vano entre otras muchas cosas fue también cofundadora del motoclub Motor Maids, el primero del mundo sólo para féminas. Creado en 1940, en aquel momento sólo lo formaban cincuenta y una mujeres. En la actualidad son más de 1.200. Robinson, nacida en 1912, casi ve la luz -literalmente- en una moto pues sus padres llegaron al centro médico en el que se atendió su parto en un sidecar Harley-Davidson. Su padre era propietario de un taller de sidecars así que Dot creció entre ellos. A los 18 años ya ganó una carrera de resistencia de 100 millas, en 1935 la de larga distancia entre Nueva York y Los Ángeles con un récord de 89 horas y 58 minutos y en 1940 se convertiría en la primera mujer en ganar el Nacional AMA de rallys, en el que se presentaron 51 pilotos y sólo terminaron 7.
Pero más allá de sus méritos deportivos lo realmente importante de Dorothy Robinson es que consiguió con su tenacidad que se permitiera a las mujeres competir oficialmente en pruebas motociclistas... aunque en la práctica numerosos organizadores siguieron prohibiendo durante años la participación de féminas con trampas legales como exigir un mínimo de quorum femenino -que, por supuesto, nunca llegaba a cumplirse- o un palmarés imposible. Falleció en 1999 a los 87 años de edad y hasta poco antes estuvo circulando en moto, la cual -pintada de rosa como reivindicación- se expone en el museo H-D en Milwaukee
Nancy y Betty Debenham: las revistas de motos no son cosa de mujeres
Hoy, por supuesto, vemos con absoluta normalidad que una chica acuda a un kiosco a comprar una revista de motos o se interese por los contenidos de una web motera. Pero hasta eso tuvieron que pelear las pioneras en una época en la que se suponía que “las chicas” sólo debían leer revistas de modas y hogar o literatura culta. El periodismo motero le debe mucho a las Debenham Sisters, dos hermanas inglesas locas por las motos que en 1927 se convirtieron en las primeras mujeres en tener su propia columna en una de las revistas dedicadas al mundo del motor más relevantes: Cars & Motorcycles. Y digámoslo claro: que dos chicas jóvenes, guapas y alocadas escribieran de motos en una revista cuyo público estaba básicamente formado por hombres fue un escándalo mayúsculo.
Pero las Debenham no eran unas advenedizas; llevaban una larga trayectoria en competiciones locales y eras unas viajeras durísimas que habían recorrido varias veces el país. Su estilo reivindicaba la feminidad -tal como era entendida en los años 20- con la rebeldía:“La motocicleta se está haciendo cada vez más popular entre las mujeres, pero hay todavía muchas almas tímidas que dudan en dar el primer paso hacia la libertad. Esto es más triste si tenemos en cuenta que ninguna chica que haya conocido las alegrías de la motocicleta ha renunciado voluntariamente a ella. La motocicleta es ideal para la chica cansada de sus quehaceres. Sentirá un enorme placer pudiendo pasar un bonito fin de semana por el campo o el mar. Puede, incluso, ir a recoger preciosos ramos de flores del bosque, en lugar de comprarlos casi marchitos por un par de peniques.”
Theresa Wallach y Florence Blenkiron: ¡Ellas inventaron el Dakar!
Evidentemente no, estas dos aventureras británicas no inventaron el Dakar como tal pero si fueron las primeras mujeres en recorrer el continente africano de cabo a rabo en moto. Se hicieron amigas íntimas desde un punto común: ambas familias se oponían a su afición motera. Y ¡cuidado! Florence Blenkiron fue la primera mujer en romper la barrera de las 100 mph en 1933 y Theresa Wallach lo lograría unos años más tarde, en 1939. Además fue una de las pocas mujeres que ganó una beca para estudiar ingeniería motociclista en la Universidad de Londres y durante la guerra se convirtió en la primera mujer piloto de expedición en el ejército británico y pasó 7 años en servicio activo en primera línea. Se trataba, por tanto, de dos mujeres con enorme bagaje motero, tanto intelectual como deportivo.
En 1934 ningún vehículo a motor había cruzado aún todo el continente africano... y ellas querían ser las primeras en intentarlo. Buscaron patrocinadores pero ninguno quería ver sus productos asociados al fracaso de dos mujeres demasiado atrevidas... de las que además se hacía público escarnio de su supuesta condición sexual... hasta que acudió al rescate la influyente millonaria Lady Astor y el as de la velocidad Sir Malcolm Campbell.
Finalmente las dos chicas decidieron iniciar un épico viaje desde Londres a Ciudad del Cabo, saliendo en diciembre del 34 y llegando en julio del 35 a la capital sudafricana. Usaron una motocicleta Phelon & Moore Panther -una marca minoritaria pues ninguna de las grandes quiso dejarles motos- y un sidecar tirando de un remolque en el que llevaban pertrechos. Fue un viaje de siete meses y más de 12000 kilómetros por un Continente Negro todavía salvaje y cargado de peligros.
Anne-France Dautheville: el viajar era la felicidad
Esta elegante francesa nacida en 1944 en París fue la primera mujer en dar la vuelta al mundo en moto y en solitario. Y lo hizo porque un día, cansada de la monotonía de su trabajo en una agencia de publicidad, decidió buscar la felicidad en un largo viaje. Ella misma lo contaba en una entrevista a la vuelta de su travesía: “Ganaba dinero, me lo pasaba bien y tenía una buena vida, la verdad. Pero cuando mis preocupaciones pasaron a ser el queso, el jabón de la lavadora y los sujetadores descubrí que mi vida estaba vacía. Me faltaba algo. Compré mi primera moto, una Honda de 50 cc porque no tenía carnet de conducir y viajé a pasar las vacaciones a la Costa Azul. En ese momento descubrí lo que era la felicidad. Me compré un par de motos Bultaco de carretera para cada mes de septiembre salir a viajar por las carreteras francesas y fui consciente de que sólo era totalmente feliz un mes al año y eso había que cambiarlo. Esto fue en 1972 y yo tenía 28 años”.
Su viaje alrededor del mundo le llevó de Canadá a Alaska, y de allí a Japón, India, Pakistán, Afganistán, Australia, toda Sudamérica... convirtiéndose en la primera motera en dar la vuelta completa al mundo en solitario y siempre en moto. Actualmente y ya reconocida autora de varios sigue siendo un referente del motociclismo de viajes, da conferencias por todo el mundo y sigue yendo en moto.
Leslie, Erin y Marcia: las mujeres más rápidas del mundo
La palabra “moto” no tendría sentido sin ir acompañada de “récord” y es que la gente de la moto lleva en los genes competir contra el crono. La norteamericana Leslie Porterfield -nacida el 16 de abril del 76 en Dallas, Texas- no es una excepción y ello le permitió erigirse con el título pionero “de mujer más rápida del mundo en una moto de serie”. La guapísima Leslie comenzó a montar en moto a los 16 años cuando compró su primera montura a su vecino por 200 dólares, con la mayoría de las piezas en una caja aparte. Los comentarios jocosos de sus conocidos la motivaron no sólo a lograrlo sino a no bajarse nunca más de una moto y en la actualidad es colaboradora en varios medios de comunicación moteros y dueña de un concesionario en su ciudad natal.
Leslie logró en el lago salado de Bonneville, en septiembre de 2008 y sobre una Suzuki Hayabusa modificada con turbo la friolera de 374.208 km/h. Le corresponde el honor de ser la primera mujer en superar los 300 km/h en moto sobre una máquina de producción. Su récord fue batido en 2019 por otra mujer, Erin Sills, que alcanzó los 381.857 km/h. Erin Sills, por cierto, es una de las principales ejecutivas de Facebook y mano derecha de Marck Zuckemberg.
Pero antes que ellas, la también norteamericana Marcia Holley fue considerada durante 30 años la mujer más rápida del mundo en moto gracias a su récord de 369,120 km/h si bien ella lo logró en 1978 sobre una Kawasaki “torpedo cazarrecords” especialmente diseñada para ello. En cualquier caso eso le permitió ser la primera piloto en ingresar en el restringido club “Bonneville 200 MPH” reservado únicamente a quienes han superado esa velocidad en el lago salado y del que ya forman parte también Leslie y Erin.
Bessie Stringfield: ¡Y encima negra! Si ya era de por si complicado para una mujer “wasp” hacerse respetar encima de una moto es fácil imaginar por lo que tuvo que pasar Bessie que además era negra en una época en los USA en los que la segregación racial era tan natural en el país como comerse un “hot dog” en un partido de beisbol. Bessie había nacido en Jamaica en 1911 y cuando tenía 5 años fue adoptada por una mujer soltera de Boston. Descubrió la moto a los 16 años gracias a un vieja Indian y a los 19 años, con ganas de ver mundo, lanzó una moneda sobre un mapa decidida a viajar hasta el lugar donde cayera ésta.
En 1930 se convirtió en la primera mujer negra en conducir una motocicleta en solitario por cada uno de los 48 estados continentales; un viaje que realizó ocho veces durante su vida. A lo largo de esas rutas ya no recordaba las veces en las que conductores intentaron echarla de la carretera o tuvo que dormir encima de su Harley-Davidson porque no la dejaban entrar en los hoteles. Aún así Bessie sirvió durante la Segunda Guerra Mundial como correo motorizado entre las unidades acuarteladas en territorio americano, siendo la única mujer negra en llevar a cabo tan importante misión. En la década de los 50, ya asentada en Miami, empezó a competir en carreras de resistencia y rallys. Su afán por participar era tal que llegó a disfrazarse de hombre para que la aceptaran en una carrera en la que sus organizadores se lo impedían como mujer, Bessie ganó la prueba pero se le denegó el premio en metálico al descubrirse su condición. Para conducir por Miami necesitaba una licencia local y cuando la solicitó el jefe de policía le dejó muy claro que no iba a permitir que una mujer negra condujera una motocicleta por su ciudad. Determinada a hacerlo, Stringfield le retó en un parque cercano a realizar varias maniobras complicadas con la moto. Obtuvo la licencia y el respeto de la policía local.
Al mismo tiempo y pese a todo fundó el Iron Horse Motorcycle Club ya que la American Motorcycle Association sólo comenzó a permitir miembros negros a finales de los 50 y todos ellos hombres. Stringfield murió en 1993 a la edad de 82 años pero montó en moto hasta su muerte y hoy es honrada por el Salón de la Fama de la Motocicleta y por el premio que lleva su nombre concedido a las personas que usan la moto como herramienta de integración.
María Calvo Nodarse “Macorina”: La Mata-Hari que iba en moto La gran Chavela Vargas dedicó una de sus canciones más conocidas a esta bella cubana de la que existen pocas fotografías más allá de la que reproducimos y que, en su época, iba de escándalo en escándalo... en moto. Personaje casi de novela, vivió la vida a tope y con pocos límites; se movía bien en los círculos del poder y de la Habana mafiosa de los años 20... para quienes actuaba agente doble. La “Mata-Hari cubana” -como era llamada- gozaba de una buena posición económica costeada por sus numerosos amantes y se la gastaba en estupendas motos y carísimos coches... pero había un problema: la ley cubana no permitía el acceso al carné de conducir a las mujeres.
Finalmente lo logró en 1917 gracias a sus influencias, siendo la primera mujer en poder conducir legalmente su coche y moto por Cuba. El escándalo fue tal que una asociación católica la demandó ante los tribunales para retirarle la licencia pero ganó en juicio su derecho a conducir... y con éste el de todas las mujeres cubanas. Falleció en la miseria en la capital habanera en 1977 olvidada por el castrismo pero convertida, sin embargo, en una leyenda por el pueblo.
Charo García de la Barga: la madrileña que plantaba cara a los grandes
Esta madrileña acababa de cumplir los 22 años cuando el 7 de octubre de 1979 se convirtió, en el circuito del Jarama, en la primera mujer española en ganar una carrera motociclista de velocidad. Fue en el llamado Gran Premio de Otoño, a la sazón Campeonato Nacional Júnior. Era la primera vez que Charo García de la Barga corría en ese circuito e incluso así se impuso con rotundidad a sus rivales al manillar de una Bultaco Metralla.
Charo comenzó a ir en moto a los 12 años y en la pista se codeó con los más grandes de este país de esa generación... a los que venció en numerosas ocasiones; Nieto, Pons, Reyes, Aspar, Tormo, Morante o Andrés Pérez Rubio. En el Criterium Solo Moto quedó en décima posición, por delante de 190 rivales, todos masculinos. Hoy -algo alejada de la moto- destaca en una especialidad mucho más tranquila: el golf.
Viñals e Irache; pioneras de pioneras
Cerramos este recuerdo a las valientes pioneras con otros nombres nacionales, el de Carmen Viñals y Asunción Irache que fueron, muy probablemente, unas de nuestras primeras pilotos de carreras. En 1933 Viñals fue la primera mujer española que corrió oficialmente en Dirt Track, una modalidad que en esa época era muy popular en Europa ya que se corría, igual que en los USA, en hipódromos y pistas de atletismo. No había todavía demasiados circuitos permanentes y los que había eran en la mayoría de casos óvalos diseñados para coches. Los escenarios favoritos de Carmen Viñals fueron el estadio olímpico de Montjuich y el viejo estadio Metropolitano del Atlético de Madrid, en la actual Zona Universitaria de la capital española. Al estallar la Guerra Civil escapó en moto a París junto a su marido -Manuel Teixidor- y más tarde se instaló definitivamente en las Islas Británicas, aunque regresando esporádicamente a Barcelona. Ya instalada en el Reino Unido, nunca dejó de ir en moto.
La calatana llegó a aparecer en la ‘The Indiana Gazette’ del 11 de mayo de 1932 como uno de los fenómenos de la especialidad en Europa. También la vasca Asuncion Irache -en la foto- empezó su carrera como piloto antes de la guerra civil compitiendo en subidas en cuesta. Se tiene constancia de su participación en la de Galapagar en 1917, ya que fue recogida en la prensa de la época con la extraordinaria fotografía que da testimonio de ello y la convertiría en la primera de todas las valientes españolas que se atrevieron a romper esquemas.
Fuente: Motos.net
Comments